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Invertir en Envejecimiento

El envejecimiento de la población es uno de los grandes retos a los que se enfrenta la población mundial. En los países desarrollados más del 25% de los ciudadanos de Europa Occidental, Estados Unidos, Japón, Canadá y Australia tienen una edad superior a los 60 años.

La idea de que la jubilación supone el transito final de un ciclo está siendo sustituida a pasos agigantados por un periodo vital cada vez más largo que necesita de cambios estructurales de envergadura en la sociedad. Una de las incógnitas a descubrir es si nuestros mayores contarán con un poder adquisitivo similar al actual o si, por el contrario, la crisis del sistema de pensiones originará un sector de población cada vez más amplio, pero con unas pensiones públicas muy reducidas.

La incorporación masiva de la mujer al mercado laboral y la progresiva incorporación a las economías particulares de sistemas de ahorro complementarios (fondos de inversión, planes de pensiones, rentas de viviendas, etc.) podrían compensar en parte esta previsible pérdida de ingresos para nuestros mayores.

Mejorar la calidad de vida de la población mayor será uno de los objetivos del sector de la salud, que tiene en las personas de edad avanzada a sus principales consumidores, un sector en el que también hay que incluir a servicios sociales, asistenciales, terapéuticos, ortopedias, farmacéuticas, residencias de ancianos, etc.

Las residencias de ancianos y centros de día van cambiando poco a poco su filosofía de atender a personas con dependencia que necesitan cuidados en su vida diaria para ir convirtiéndose en alternativas de viviendas de calidad, que ofrecen servicios específicos para las personas mayores. No se trata de vivir el mayor tiempo posible, sino de vivir con la mejor calidad de vida.

Se estima que, en España, en el año 2050, las personas mayores de 65 años representarán más del 30% del total de la población. El incremento de la esperanza de vida y la baja tasa de natalidad que se viene registrando desde hace algunas décadas ha acelerado el envejecimiento de la población española. El incremento de la esperanza de vida conduce a un incremento de las enfermedades crónicas, y como consecuencia, a una pérdida de autonomía y/o discapacidades funcionales. Por todo ello, cada vez es más necesario contar con recursos sociales, así como con centros sanitarios y residenciales.

El cuidar a la persona mayor implica una responsabilidad consciente e intencional de los profesionales de la salud. Requiere a su vez profesionales sanitarios con mayor sensibilidad, alto compromiso ético y moral y con mejor formación en geriatría, para proporcionar cuidados de la más alta calidad.

Además, la población de personas de más edad en España representa un colectivo con características cada vez más heterogéneas. La mayoría de personas mayores son independientes, libres de incapacidad, autónomas e integradas socialmente. Pero las previsiones futuras señalan el aumento del subgrupo denominado «sobreenvejecimiento» con un gran incremento de dependencia, soledad y pobreza, y escaso apoyo social, siendo el colectivo que más preocupa a la sociedad y a los profesionales. Por ello, es preciso generar propuestas de actuación, que permitan generar posturas analíticas y reflexivas para adoptar modelos sostenibles de cuidados a la persona mayor.

Este cambio de paradigma, requiere un medio de trabajo que favorezca la comunicación entre los agentes sociales implicados, profesionales asistenciales e instituciones, para conocer las preocupaciones e intereses de este colectivo, así como para incrementar los recursos que evidencien la valoración del cuidado profesional en geriatría.

El envejecimiento de la población, por si sólo, no es ni negativo ni positivo, es inevitable y lo que hay que hacer es encararlo, partiendo de la base que la gente que llega a la edad de jubilarse ha estado haciendo una valiosa contribución al mercado laboral, aunque teniendo en cuenta dos ejes, el gasto público que generará de pensiones y la presión que ejercerá sobre el sistema sanitario y asistencial.

Los retos acarrean oportunidades y la jubilación de un gran grupo poblacional puede significar nuevas oportunidades de mercado, pues requerirán atenciones que no solo puede cubrir la administración. Hay que mantener y aumentar las dotaciones que permitan una atención adecuada a una población cada vez más envejecida.

Si las personas mayores pueden vivir esos años adicionales de vida en buena salud y en un entorno propicio, podrán hacer lo que más valoran de forma muy similar a una persona joven. En cambio, si esos años adicionales están dominados por el declive de la capacidad física y mental, las implicaciones para las personas mayores y para la sociedad son más negativas.

Todo un reto que ya no es futuro, sino presente.

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