En la residencia y centro de día Vora Balís de Sant Vicenç de Montalt disfrutamos de una sesión de musicoterapia a ritmo de karaoke. Los residentes ya están preparados. Forman un círculo y esperan a que lleguen las profesionales. Ellas llegan cargadas con instrumentos musicales, altavoces, micrófonos y buenas palabras. Nosotros les recibimos con sonrisas y aplausos.
Tan pronto entran por la puerta, comienza el recital. Todos juntos cantan la canción de bienvenida para calentar la voz, romper el hielo y prepararse para lo que está a punto de llegar: sesión de afecto.
Todas las canciones tienen que ver con los besos, los abrazos y la estima ¿La coreografía? No podía ser menos: cogidas de la mano, cosquillas… Primero ensayan tranquilamente y luego coordinan los movimientos aprendidos con la música.
Es habitual que los instrumentos musicales, junto con los residentes, sean los grandes protagonistas. Pero hoy había una gran sorpresa. Y es que más allá del tambor que le gusta a Encarna o de las maracas que casi siempre elige Julio hemos podido utilizar un micrófono.
Rita toca diferentes canciones y todo el grupo le acompaña, hasta que la guitarra deja de sonar. En este momento, la persona más valiente reclama el micrófono y canta a capela animando al resto.
Por el altavoz se escuchan las voces de Rosa y Antonia cantando «Bésame, Bésame mucho…» o «que felices seremos los dos y que dulces los besos serán». Pero la verdad es que ya lo somos.
La felicidad queda patente a lo largo de toda la sesión y los besos marcan la despedida. Recogemos instrumentos, guardamos el micrófono, apagamos los altavoces y nos decimos adiós con el corazón. Hasta pronto.
