La sesión comienza con un breve recordatorio sobre las bases de la aromaterapia. Después entramos en contacto con los diferentes aceites esenciales y reconocemos los que nos resultan más familiares y también los que nos gustan más o menos. Con la ayuda del difusor de aromas, de la luz cálida de una vela y de una música relajante en la residencia de mayores La Rambla conseguimos un clima íntimo y muy agradable para los sentidos.
Una vez más cómodos, hacemos un intento de asociar los aromas a situaciones, personas o recuerdos del pasado. Al principio, la evocación de recuerdos es mínima, pero a medida que avanza la sesión, casi todos los participantes aportan su propio recuerdo.
Para poner punto y final al taller, nada mejor que un buen masaje aromático en las manos… Este aroma nos transporta a experiencias agradables del pasado. Como, por ejemplo, le sucedió a Gloria, a quien se le dibujó una sonrisa en la cara al evocar el olor a lavanda que le recordaba a los paseos con su padre por la montaña.