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Ictus en personas mayores. Síntomas, tratamiento y recuperación en residencias especializadas.

Ayuda personal en Residencia

¿Qué es el ictus en personas mayores?

El ictus o accidente cerebrovascular consiste en un cambio repentino de la circulación sanguínea en el cerebro que provoca una interrupción del suministro de oxígeno y nutrientes a las células cerebrales, lo que puede implicar daños permanentes. Existen dos tipos principales de ictus:

    • Ictus isquémico – Es el más común (80% de los casos) y consiste en la obstrucción de una arteria cerebral, habitualmente por un coágulo sanguíneo (trombosis o embolia).

    • Ictus hemorrágico – Se produce cuando un vaso sanguíneo en el cerebro se rompe, provocando una hemorragia.

¿Cómo podemos detectarlo?

Estos son los síntomas principales:

    • Pérdida repentina de fuerza o sensibilidad en la cara, brazo o pierna.

    • Dificultad para hablar o entender el lenguaje.

    • Problemas de visión en uno o ambos ojos.

    • Dolor de cabeza intenso y repentino sin causa aparente.

    • Pérdida de equilibrio o coordinación.

¿Qué debemos hacer en caso de presentar estos síntomas?

Se trata de una emergencia médica, por lo que debemos buscar atención médica urgente: el tiempo es cerebro.

¿Qué se puede hacer después de un ictus? Puntos clave en la rehabilitación

Después de haber sufrido un ictus, es fundamental iniciar la rehabilitación lo antes posible, idealmente dentro de las primeras 24/48 horas. Se ha demostrado que la rehabilitación temprana mejora considerablemente el pronóstico y reduce las secuelas.

La atención debe ser multidisciplinaria, con un enfoque holístico de la persona que contemple todas sus áreas de vida:

    • Fisioterapia – Valoración de la parte afectada y realización de ejercicios para recuperar tanto el rango articular como el tono muscular.

    • Psicología – Acompañamiento emocional de la persona y su entorno. Prevención de posibles casos de depresión, trastornos de ansiedad y/o apatía. Se brindan herramientas para adaptarse a la nueva situación. También se trabajan alteraciones cognitivas (lenguaje, memoria, atención, concentración) que puedan haberse visto afectadas.

    • Medicina – Seguimiento médico y supervisión de la sintomatología.

    • Enfermería – Supervisión y acompañamiento en las actividades de la vida diaria y refuerzo del mantenimiento de hábitos de vida saludable.

    • Área social – Garantizar la inclusión social de la persona, adaptando sus actividades a las capacidades preservadas y sus nuevas necesidades. Búsqueda de recursos donde se pueda atender a la persona para evitar el aislamiento (centros de día, centros residenciales, etc.).

¿Qué hábitos de vida favorecen la recuperación?

Tanto para prevenirlo como para favorecer la recuperación, es importante que en nuestro día a día:

. Evitemos hábitos poco saludables (fumar, consumo de alcohol).

. Nos mantengamos activos

Realizar ejercicio moderado (caminar, nadar, andar en bicicleta) al menos 30 minutos al día, 5 días a la semana.

. Cuidemos la alimentación

La dieta recomendada tras un ictus debe incluir: carbohidratos de absorción lenta, reducción en el consumo de grasas saturadas y colesterol, aumento del consumo de pescado, ingesta de proteínas, consumo adecuado de potasio (si se administran diuréticos), suficiente calcio y fibra soluble.

Es especialmente importante consumir alimentos ricos en Omega-3, ya que inhiben la agregación plaquetaria.

. Controlemos el estrés y cuidemos nuestras emociones

El estrés crónico puede elevar la presión arterial y fomentar hábitos poco saludables. Se recomienda practicar técnicas de relajación como meditación, yoga o respiración profunda.

. Mantengamos nuestros vínculos sociales

Tener una vida social activa y saludable contribuye al bienestar emocional y favorece una rutina de vida activa.

El papel de las residencias en la recuperación de ictus en personas mayores: el caso de Les Oliveres (Sant Gregori), narrado por su trabajadora social

En Les Oliveres, residencia ubicada en Sant Gregori, acompañamos a personas que han sufrido un ictus, ofreciendo una atención integral, especializada y centrada en la persona. Nuestro objetivo es favorecer su recuperación física, cognitiva y emocional en un entorno seguro, estructurado y con un fuerte componente humano.

Desde el área de trabajo social, el proceso comienza con la acogida y valoración social, identificando las necesidades específicas de cada residente y su familia. Elaboramos un plan de atención individualizado, que se ajusta según la evolución de la persona en estrecha coordinación con el resto del equipo profesional.

En la residencia se realizan reuniones periódicas con el equipo multidisciplinar —formado por fisioterapeutas, educadores/as sociales, psicólogos/as, enfermeros/as, auxiliares y dirección técnica— donde valoramos conjuntamente la evolución de los residentes, ajustamos objetivos y aseguramos una atención coherente y de calidad. Esta coordinación es clave para lograr avances reales y sostenidos en el proceso de rehabilitación.

La vida en la residencia permite a las personas establecer rutinas diarias significativas, participar en actividades adaptadas, recibir tratamiento rehabilitador y, al mismo tiempo, mantener relaciones sociales que fortalezcan su bienestar emocional. El entorno estable y profesional, junto con el acompañamiento constante, favorece la mejora de la autonomía y la autoestima.

Hemos visto, por ejemplo, cómo residentes que ingresan con importantes limitaciones tras un ictus —tanto físicas como emocionales— logran avances notables gracias al apoyo del equipo y a la motivación que les aporta sentirse acompañados y comprendidos.

Desde el área de trabajo social también prestamos una atención especial a las familias, que a menudo llegan con incertidumbre, sobrecarga emocional y necesidad de orientación. Les ofrecemos apoyo, información sobre recursos disponibles y acompañamiento emocional durante todo el proceso de adaptación, creando un vínculo de confianza y colaboración.

La residencia no es solo un lugar donde vivir: es un espacio donde las personas encuentran cuidados, dignidad, atención profesional y una verdadera oportunidad de seguir avanzando tras el ictus.

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