En todos los casos se trabajó a partir de la afectividad y nuestro perro de terapia sirvió como estímulo para dejarse llevar por las emociones. Los residentes lo cepillaron, mimaron y cuidaron. Otra parte de la terapia consistió en preparar una mesa para Sunny, recordar qué utensilios se necesitan y colocarle un babero.
La terapia con perros, en general, gusta a todos los usuarios y las familias se sorprenden de las reacciones que tienen, a veces comentan que les dan miedo los perros y una vez que participan en la sesión reaccionan de manera muy diferente, olvidándose por completo de su fobia.